lunes, 19 de noviembre de 2007

Entrevista a César Bandin Ron


AF: La lectura de tu obra poética me hace pensar en los viejos libros de aventura... ¿Cuánto hay de esto en tus poemas? ¿De qué manera ves, o cómo juzgas, tu poesía?

CBR: Es que para mí la escritura es una aventura, y espero que continue siéndolo... Yo, contrariamente a lo que podría imaginarse, me considero un lírico. Todas las cosas que hago las impulsa un espíritu medio romántico que tiene que ver con muchos de esos relatos decimonónicos que me apasionaban de chico... Si vos leés cualquiera de mis textos aparentemente centrado en lo sexual, en lo erótico o en lo vulgar, siempre termina evidenciando el desamparo y el despojo de la voz lírica central... Esa sensación, el tema de nuestra vulnerabilidad y de nuestra capacidad de trascendencia, es lo que promueve con mayor fuerza mi escritura... Porque en la vida te puede pasar cualquier cosa, y te pasa cualquier cosa todo el tiempo... Hay también mucho de paródico en todo esto. Simulo, genero cierto enmascaramiento como festejo del oficio, que es en lo que más creo... Yo a lo romántico me lo tomo muy en serio... Ojalá mi vida se definiese a través de un gesto despojadamente romántico... Lo que hago es una parodia de la parodia. Disfrazo de disparate esos temas sobre los que desearía escribir de una manera “normal”, como los escritores serios. Me gusta el romance, las gestas heróicas, los viajes de descubrimiento, el volverse inesperadamente “loco” y ser capaz de “arriesgarlo todo por sentir un poco más”, como digo en uno de los poemas de mi primer libro… Soy eso y he vivido siempre así...

AF: Si hay algo característico en tu poesía es la incorporación de elementos de lo cotidiano. Por ejemplo en El cerebro mágico mencionás, entre muchos otros, a Mirtha Legrand y a Bill Clinton... ¿Cómo llegás a congeniar estas cosas para que actúen en clave poética?

CBR: Suelo escribir con la televisión encendida, y dejo que esto, como muchas otras cosas de la cotidianeidad, se cuelen en lo que hago. Creo en lo fragmentario de nuestras historias, en lo azaroso y en lo absurdo. Hay toda una data que tiene que ver con la historia de lo popular que me fascina. ¿Por qué no hacer uso de eso?... Cualquier cosa puede constituirse en arte. Deberíamos hablar de artistas y no tanto del arte. El objeto de arte, los eventos artísticos, son consecuencia de nuestra inspiración; no existen antes de la tarea del artista. Si trabajás con honestidad, y sabés resolver tu expresión adecuadamente (Bandin Ron golpea la mesa y realiza gestos grandilocuentes) tendrás la satisfacción de cointar con una obra en progreso. No sé, todo depende de hasta dónde lleves las cosas en la búsqueda de tu propia voz. Cuando uno ha derivado en búsquedas de corte experimental, es cuando más que nunca se requiere de un procedimiento riguroso. Cualquier gesto forzado se nota, no se puede mentir por mucho tiempo. Yo llevo cuarenta años trabajando en arte, y desde un primer momento tuve las mismas inclinaciones; y todo está documentado a través de catálogos, revistas y libros. Qué clase de tarado se obstina en fingir durante tanto tiempo, ¿para qué? Lo cierto es que un artista se pasa años “encerrado” buscando desarrollar ciertas inquietudes, y es imposible pretender que, cuando los otros se enfrentan por fin a su trabajo, automáticamente comprendan de qué se trata esa obra y qué es lo que persigue.

AG: ¿Cuál es tu juicio respecto a la nueva generación...?

CBR: Las generaciones actuales caen en un error que se repite de generación en generación: el creer que su verdad es “la verdad”. Eso es de una ingenuidad absoluta. Es más, yo creo que nada es más ingenuo que una verdad. ¿Qué es la verdad?: ¿esto es malo y esto es bueno?... Es una locura... Aldo Pellegrini decía algo que se me fijó desde mi adolescencia: “cada nuevo movimiento o tendencia lleva en sí mismo el germen de su propia negación.” Que uno crea que ya está manejando la cosa y que el otro es un boludo que va por otro lado y no se dio cuenta, bueno...

AF: ¿A qué atribuís la causa de este fenómeno?


CBR: Yo creo que viene del menemismo y ahora en los 2000 se sigue repitiendo... Son poses... Quieren escandalizar: “yo soy una chica y me gustan las chicas”... Para eso decíme que comés bebés de postre o que por la noche salís a matar enfermeras… ¿Eso es todo lo que tienen?, ¿con eso pretenden escandalizar o llamar la atención?... A mis alumnos les digo: “escriban”... Sus tías les van a decir “¡Ay, Susanita, qué chica tan preparada, escribe de lindo!”… Eso es fácil, se da solo. El tema es confrontarse con esa media docenas de tipos que te dan la cana, que saben de qué se trata, que conocen el oficio. Hoy hay demasiadas lecturas, demasiadas ediciones y un acceso relativamente fácil a los medios… Parecería que sólo se aspira a figurar, de un modo circunstancial y rápido. Hoy a la noche se lee en tal lado, entonces voy y me hago el loco, me peino para el otro lado... Todo para qué, ¿y la literatura, el compromiso, la emoción de la búsqueda…?

AG: Igualmente creo que falta conocer un poco más a los nuevos. Debe haber mucha obra dispersa de nuevos poetas que no se conoce. Eso hace que no se renueve el ambiente...

CBR: Esa renovación se va a dar. Todavía no se nota porque forman parte del paquete y tienen miedo de cortarse solos e ir contra la corriente. Si uno revisa la lista de poetas que protagonizaban la escena en las décadas del 60 o el 70, por ejemplo, que ocupaban los reductos de poder y generaban polémicas y predecían el nuevo curso de la literatura nacional…, constatará que son muy pocos los que han sobrevivido, los que continúan escribiendo y editando. ¿Acaso se supone que con las actuales generaciones va a suceder algo distinto? No, va a pasar de lo mismo: sólo algunos van a persistir, van a madurar, buscar una mayor profundidad, y sostener una obra de interés.

AF: Entonces acá entran otros valores como ser, se me ocurre, el mérito que puede tener un poema...

CBR: Lo que es meritorio es escribir e ir mejorando, superándose, y crear tu mundo en torno a la escritura. Ir formando una obra que puede estar regular o bien pero que demuestra que uno es un tipo honesto y que su impulso es verdadero. Pero lo otro no... La juventud no es meritoria, como la belleza no es meritoria, ni las preferencias sexuales... Lo meritorio es lo que vos lográs por vos mismo, lo que vas encontrando, todo el riesgo que estás dispuesto a afrontar... Si no corrés riesgos, olvidate del premio mayor. Te van a dar un peluche, vas a salir en una foto, pero el premio mayor, no... Y cuando hablo de premio mayor me refiero a la satisfacción de sentirse bien con uno mismo y con lo que se intenta hacer. Hay que confiar y entregarse a lo que se siente y no intentar la que le sale al otro, aunque esté más de moda que la de uno. Uno de mis filósofos de cabecera, Cocó Chanel, tenía una frase que creo funciona aplicada a cualquier disciplina: “Si un vestido no resulta cómodo… es un fracaso.” Y es así, es inútil pretender ser o hacer lo que uno no es o lo que uno no siente verdaderamente, hay que jugarse por lo que a uno le sale, aunque vaya contra las corrientes de turno.

AF: Uno de los valores que se encuentran en tu poesía es el contacto con lo visual...

CBR: Lo visual está presente en mi poesía de dos maneras. La primera es que parece, por lo que me dicen, que remito a imágenes: escribo una línea y el lector visualiza lo dicho. La segunda tiene que ver con el uso de la imagen en sí: tengo gran conciencia –esto es por ser tantos años de diseñador y de cinéfilo enfermizo– de lo que es la materialidad del texto, del manejo de la tipografía y de las imágenes aplicadas al discurso… Mi primer libro, Dominios naturales, ya tiene mucho de eso... Pero todo artificio, toda incorporación al texto propiamente dicho, tiene que tener un sentido... y orden. Si no hay orden no hay arte. Tiene que haber un orden, aunque sea un orden personal. Uno tiene que tener dominio sobre el texto, hay que decidir desde la puntuación hasta la última connotación de cada vocablo. Si mueven el punto y te dejan un blanco entre la última letra y el punto, te modificaron el poema; parece exagerado pero así debería ser... En poesía visual, el compromiso debería ser mayor aún, ya que se juntan dos oficios: la literatura y las artes visuales. La idea es que haya una confluencia de saberes, de oficios, y no tener experiencia en uno de ellos y tocar de oído en el otro.

AG: ¿Con qué poetas te emparentás hoy día?

CBR: Bueno, de los poetas vivos siento que tengo puntos de coincidencia con Leónidas (Lamborghini), aunque el que sepa “leernos” sabrá advertir que vamos en direcciones diferentes. A Leónidas lo respeto, y no tanto porque tenga cierta coincidencia con lo mío sino, y esto me pasa con cualquier otro artista, porque tiene una obra hecha, y ha sido coherente a través de los años. Insisto en que esto es lo que más se debería respetar: la honestidad y la coherencia. El también maneja la parodia, ha sabido asimilar la propuesta del concretismo, y obviamente no ignora la experiencia surrealista... Pero creo que si uno es honesto, inevitablemente derivará en una expresión de corte personal. Pero me interesa la obra de poetas muy diversos, desde Juan L hasta Perlonguer, con el que he charlado mucho sobre estos temas… También está, obviamente, Girondo, así como la Pizarnik, cuando no exagera con el drama personal, tiene un buen manejo de cierta “forma” pooética. Pero no podés saltar al vacío desde el vacío, y aquí pienso en algunos jóvenes... Yo creo absolutamente en el oficio, que hoy está un poco desprestigiado, en “saber escribir”... ¿Y qué es saber escribir? Primero que nada saber qué hacer con cosas elementales sobre sintaxis y estructura, por ejemplo, con las que la mayoría no se siente seguro, no sabe qué posición adoptar. Me refiero especialmentea saber cómo escribir según la propuesta que se expone. Vos mandás dos líneas y le estás diciendo al lector “la mano viene por acá”: esto es un juego y se juega así. Si a la quinta línea lo defraudaste, el tipo tiene derecho a decir “no, este tipo está escribiendo mal”. Hay que llevar adelante y tratar de resolver de la mejor manera posible lo que uno ha anunciado que va a intentar. Eso es para mí saber escribir, y para eso tenés que dominar la forma y conocer todas sus variantes…, porque no podés transgredir algo que no conocés.

AF: En cuanto a esto del manejo formal de la lengua... Mas allá de ser un recurso fonético y gráfico, y con ello poético, ¿el uso que hacés de las palabras en tus poemas, por ejemplo el quiebre, tiene algún otro origen?

CBR: El tema de la fractura... Mirá, yo en la vida real no he vivido nunca una historia que empezó y terminó limpita. Se entrometen, se cruzan, mil otras historias: nosotros estamos hablando acá y quizás en este momento la viejita del 3°A acaba de resbalarse en el baño o acá atrás un tren hace sonar el silbato, o entra una bala perdida y rompe la hurna con las cenizas de tu perro. Eso pasa. Y yo quiero que esa arbitrariedad esté presente en lo que hago...

AF: ¿Cómo son tus procedimientos para escribir?


CBR: Siempre escribo varios libros a la vez. A veces me salen puntas que no logro vincular, entonces las dejo para otra cosa... Lo que pasa es que los “temas” de cada libro son para mí excusas para seguir operando sobre el discurso, sobre los diferentes registros de lengua y otros aspectos formales que siempre me interesaron. Ahora estoy escribiendo un librito que lleva el nombre de una amante negra de Baudelaire, Jeanne Duval; otro que se llama Roll over Beethoven, que es una especie de policial en verso; y otro que se llama Imaginen a Moby Dick, que es de alguna manera una continuidad de las búsquedas planteadas en El cerebro mágico.

AF: ¿Pero cuál es tu objetivo último? ¿ Por qué escribís?

CBR: Yo pretendo perturbar al lector, quiero conmoverlo, quiero que se vaya preocupado, no sé, que se tenga que aflojar la corbata... No quiero un poema que vos leas y sigas como si nada comiéndote el sándwichito de milanesa... Tiene que ser algo que te sacuda, no necesariamente algo pedestre: , como “usted sabe que a mí me gusta acostarme mucho con dos ovejas y una gallina; primero cubro bien la cama con un plastiquito...”, no, eso no. Sino, de repente, una frase tan bien escrita o tan inesperada, que uno diga “qué bárbaro”, una frase contundente, inspiradora… Eso es conmover en literatura... Una vez me criticaron el jugar con la rima: “luna tucumana, la concha de tu hermana”. No hay que caer en esas cosas, escribió el crítico. Bueno, hasta tal vez tenía algo de razón, pero la vida real está llena de esas confrontaciones. En el texto en cuestión, yo venía hablando de los griegos y no sé de que otra solemnidad y de repente tuve la necesidad de mandar “la concha de tu hermana”. Si hablamos de desacralizaciones, éstas son las que me gustan a mí.

AG: Pero no debe ser una actitud pendenciera, digamos, sino que esto tiene que estar sostenido...

CBR: Uno tiene que ser firme y coherente con su programa creativo. Hay que tener en cuenta que la apreciación estética exige un esfuerzo, que es el de recrear, rehacer, el camino que guió al artista. KLa obra debe responder a un orden, a una lógica interna que pueda ser decodificada e interpretada por un buen lector o espectador. La cuestión, en última instancia, es lograr ubicar tu obra como eje de tu existencia, y para eso uno y su trabajo deben funcionar como una única cosa, respirar juntos, y esto es algo que así como te serena también te mantiene en un estado de enriquecedora vigilia.

AF: ¿Qué otras influencias podes identificar en tu obra?

CBR: Pocas cosas me influyeron más en estos últimos que el acercarme a la música clásica contemporánea. Tuve la suerte de participar en la fundación del CEAMC (Centro de Estudios Avanzados en Música Contemporánea), por el que han pasado los más importantes músicos de acá y del exterior, y convivir con compositores e instrumentistas infernales. El compartir charlas y aprender a profundizar en el repertorio de esa música me abrió la cabeza. Al escuchar algunas de esas obras me repetía: “yo quisiera escribir así, quisiera “sonar” de esa manera...”


(Entrevista realizada por Ariel Fleischer y Ariel Gangi para Esperando a Godot Nro 11, Septiembre de 2006. www.godot.323.com.ar).